Sesión 1, Tema 1; Yolanda.
Las leyes educativas en España a lo largo de las últimas
décadas han sido numerosas y, la mayor parte de ellas han estado directamente
relacionadas con quién estaba a los mandos del gobierno en el momento de
entrada en vigor de la ley. Desde 1970 han existido en total nueve leyes de
educación diferentes de las cuales ninguna ha superado los diez años en vigor y
esto, bajo mi punto de vista, solo provoca efectos negativos en nuestra
educación.
Evidentemente todas las leyes han aportado cosas positivas y
necesarias a la educación del momento y resulta evidente que, eventualmente,
las leyes tendrán que cambiar para adaptarse al nuevo mundo en el que vivimos
que nada tiene que ver con el de los años 2000, al igual que este nada tenía
que ver con la década de los 80, pero, ¿es realmente beneficioso tener leyes
que solo ha estado en vigor un total de cuatro años, como fue el caso de la
LOCE?
En 1970 entra en vigor la última ley de educación durante el
franquismo y establece la obligatoriedad y, muy importante, la gratuidad de la
educación hasta los 14 años, edad que se aumentará en las próximas leyes hasta
los 16 y que se mantiene hasta el día de hoy. Esta ley de la que hablamos, Ley
General de Educación es la más duradera de todas las que ha habido y, aunque en
1980 entró en vigor la nueva ley y la primera en democracia, esta nunca llegó a
aplicarse por diferentes cuestiones como fueron el recurso del PSOE y el golpe
de Estado de 1981, por lo que la LGE se aplicó hasta 1985, cuando entró en
vigor la LODE, que a día de hoy sigue en vigor con cambios.
A día de hoy, han pasado cuatro años desde la entrada en
vigor de la polémica LOMLOE y es una incógnita saber cuánto durará finalmente.
Si nos ponemos a pensar en los diferentes efectos negativos que acarrea el
estar cambiando continuamente de ley educativa nos encontramos dos puntos de
vista diferentes: el del alumnado y el del profesorado. Como bien analizamos en
clase, a lo largo de estos años se han estado educando generaciones, quizá
excesivamente, pequeñas bajo cada ley; y no solo eso, muchos alumnos se han
visto afectados por un cambio de ley en medio de su ciclo escolar, cuando esto,
en mi opinión, debería ser la experiencia de una minoría y no de una amplia
mayoría. Además de todo esto, se supone que las leyes de educación se crean con
el fin de cumplir una serie de objetivos, pues en este caso es prácticamente
imposible saber si se han cumplido o no estos objetivos, puesto que leyes de
tan pocos años es imposible que den resultados que sean 100% fiables y no
quizás un espejismo de lo que podrían haber sido de haberse mantenido en vigor
durante más tiempo.
El otro punto de vista es el de los profesores o, también,
el de los futuros profesores. Los profesores tienen que adaptar sus clases
continuamente por motivos de heterogeneidad en las aulas, y estoy segura de que
eso lo hacen encantados para asegurarse de que todos sus alumnos reciben la
educación que se merecen y a la que tienen derecho; pero una cosa muy diferente
es tener que adaptarse cada cinco o seis años a nuevas normas y nuevas
metodologías que no hacen más que complicar su tarea en vez de facilitarla como
debería ser. Nunca olvidaré la frase que un profesor que empezaba a dar clase
en una asignatura me dijo cuando llegó a clase el primer día: «Tardaré un par
de años en ser capaz de dar bien esta asignatura». No me puedo imaginar lo que
debe ser para un profesor que empieza a sentir que ya tiene el dominio de su
contenido y de su trabajo que le cambien «las normas del juego» prácticamente
nada más empezar. Esto también aplica a esos opositores que están luchando por
una plaza de profesor y que en medio de esa lucha se encuentran con que mucho
de lo que habían trabajado a lo largo de años, quizá, ya no es útil porque hay
una nueva ley por la que regirse y no les queda otra que adaptarse y seguir
adelante como puedan para lograr hacerse hueco en el gremio.
En definitiva, España es un país que se caracteriza por las
innumerables leyes que hemos tenido en poco más de cincuenta años y en cómo los
partidos responsables de derogar y crear leyes no son capaces de mirar por el
bien común y ver que de todo se pueden sacar puntos tanto positivos como
negativos y que a quien realmente están afectando con estos cambios es a la
gente de a pie y, al futuro del país que gobiernan o que desean gobernar.



¡Hola, Julia! Me ha parecido muy interesante tu entrada sobre las constantes reformas educativas en España y la inestabilidad que genera el cambio de leyes cada vez que cambia el partido en el poder. Es cierto que las reformas pueden ser necesarias para adaptarse a los tiempos, pero como mencionas, la corta duración de las leyes crea un entorno de incertidumbre que afecta tanto a estudiantes como a docentes. Me llamó especialmente la atención cómo señalas los efectos negativos de los cambios en medio de un ciclo escolar, lo que dificulta el proceso de aprendizaje y genera una sensación de falta de continuidad.
ResponderEliminarOpino que esta es una cuestión de vital importancia y los representantes políticos del país deberían dejar a un lado sus diferencias para elaborar una ley consensuada que se pueda mantener a lo largo del tiempo, al menos en lo que se refiere en cuestiones ideológicas, pero adaptándose siempre a las nuevas tecnologías e innovaciones del futuro. Considero que no hay nada malo en hacer estas pequeñas actualizaciones a la legislación educativa, pero debe existir una base robusta que sea respetada sin importar la ideología del partido que se encuentre en el gobierno en ese momento.